DISECCIONANDO UN PEZ, por Judith
Cuando llegamos al laboratorio, Ernesto y Cristina nos dieron una bandeja, unos guantes, un bisturí y el pescado.
Primero tocamos las escamas de la cabeza a la cola, y estaba suave; después, de la cola a la cabeza, y estaba rasposo y te enganchabas un poco.
Le metimos el dedo en la boca y tocamos y vimos la lengua y los dientes.
Después, abrimos el pez con el bisturí desde debajo de la cabeza hasta la cola. Había un montón de órganos; los tocamos. Tenían una textura asquerosa para mí.
Luego le quitamos los ojos y sacamos el cristalino; era como una canica transparente y blanda.
Además, le cortamos la cabeza y abrimos las branquias, que tenían como sangre.
Era asqueroso, pero interesante.
Al final lo tiramos a la basura, lavamos la bandeja y el bisturí y limpiamos la mesa.
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